Es una forma de estímulo físico que provoca reacciones metabólicas, biológicas, psicológicas y sociales beneficiosas. Probablemente es la herramienta terapéutica más antigua que el ser humano utilizó para proporcionar/se un recurso natural contra el dolor. Su evolución y uso ha sido parejo al de la sociedad, hasta convertirse en la técnica de “tacto estructurado” que hoy conocemos.


Un masaje logra que los músculos puedan recuperar la elasticidad perdida y hacen desaparecer los signos de tensión muscular, proporcionando una sensación de relax que alivia las tensiones, ansiedad y preocupaciones.
Un buen masaje es relajante, y genera bienestar, tanto para quién lo recibe, como para quién lo realiza.
Nada mejor entonces que luego de un arduo día de trabajo y en la
comodidad del hogar recibir unos minutos de un buen masaje relajante.
La siguiente guía te será de gran utilidad:
- Si está muy frío o caliente el ambiente, la persona no lo va a disfrutar.
-Si no tienes aceite para masajes, puedes usar aceite para bebé. No uses demasiado aceite. Comienza con menos de lo que crees que vayas a necesitar. Un exceso de aceite puede eliminar la fricción, que es lo que hace que un masaje se sienta bien.
-Siempre ten cuidado al aplicar presión en la espalda baja. Recuerda que no hay costillas que protejan los órganos internos de la presión de tus manos y evita presionar directamente en la columna. Existen casos en los que un masaje en la espalda puede agravar un problema médico. Pregunta si tiene alguna enfermedad, y si es así, pídele que consulte a su médico si se le puede dar un masaje.
-Una superficie plana, confortable pero firme, como una cama que no esté tan blanda, es el lugar perfecto ideal para empezar, al acostarse la espalda debe estar en posición horizontal y recta, y coloca una almohada o cojín donde la persona va a poner su pecho, encima de él/ella pon una sábana para absorber el exceso de aceite.
-Para tener acceso a la espalda baja pide que se afloje el pantalón y que se quite la ropa de la parte de arriba del cuerpo o que se coloque una toalla.
-Haz que se acueste boca abajo con la almohada debajo del pecho y para mantener el cuello derecho coloca una toalla debajo de su frente y dobla otra para colocarla debajo de los tobillos.
-Infórmale cuando vayas a empezar y que te diga cuando le causas dolor o le resulta algo incómodo.
-En una de tus manos coloca el aceite y flótalas con él para que se caliente, posteriormente extiende el aceite alrededor de la espalda, hombros y cuello de la persona con movimientos ligeros.
-Presiona haciendo círculos. Coloca una mano en la espalda baja y presiona con la otra mano sobre ella. Con los brazos extendidos, empieza a hacer pequeños círculos, subiendo y bajando por la espalda. Este paso repítelo 2 o 3 veces a un lado de la columna.
-Como complemento haz una mano en forma de “L” y muévela en dirección de tu pulgar aplicando presión y reduciendo gradualmente la distancia entre el pulgar y el dedo índice.
-Gira la muñeca para hacer un movimiento de estiramiento del músculo. Conforme vas juntando el pulgar y el índice, la parte de afuera de tu mano (a un costado del dedo menique) debe irse deslizando por la espalda. Alterna tus manos en un movimiento parecido al de un limpiaparabrisas.
-Masaje con los nudillos. Repite 2-3 veces. No apliques presión sobre la espalda baja, y recuerda evitar la columna vertebral.
- Coloca tus puños en la espalda. Con los brazos rectos y los nudillos y los dedos en contacto con la espalda, desliza hacia arriba y continuar hacia arriba y sobre los hombros. Luego, arrastra los nudillos hacia atrás con ligereza.
-En la última repetición con los nudillos, en lugar de bajar por la espalda, puedes levantar el músculo del trapecio, que es el músculo que conecta el cuello con los hombros.
-Repite presionando en círculos, levantando los músculos y dando masaje con los nudillos en el otro lado de la columna. Párate por la cabeza y coloca tus manos en los músculos del trapecio. Con los dedos pulgares extendidos deslízalos entre los omóplatos y la columna vertebral (con dirección de las caderas hacia la cabeza). Conforme un pulgar llega hasta arriba el otro empieza a subir. Este movimiento lo haces con las dos manos a un lado de la columna vertebral y luego al otro lado.
-Coloca ambos pulgares en la espalda alta a cada lado de la columna vertebral. Con presión constante y despacio desliza los pulgares hacia abajo por la espalda. Al llegar a la parte superior de las caderas, deja los dedos pulgares presionando allí por unos segundos antes de comenzar una nueva repetición.
- Repite el movimiento con los pulgares cada vez más distanciados de la columna vertebral. Haz Giros. Regresa a un lado de la persona. Coloca una mano arriba de una cadera y la otra mano por arriba de la otra. De manera fluida, mueve una mano hacia ti y la otra mano alejándola de ti. Al llegar al centro de la espalda, ambas manos se deslizan en direcciones opuestas. Repite este movimiento hasta llegar a la zona de los hombros, y luego, vuelve a bajar. Repite tres veces.
-Extiende los dedos de ambas manos. Desliza las yemas de los dedos por la espalda, comenzando con una mano a la altura de las caderas y la otra a la altura de los hombros. Repite varias veces y lentamente disminuye la presión hasta que las manos estén casi flotando.
Al final debes colocar una toalla sobre la espalda y brazos de la persona y frota suavemente para absorber el aceite. Recomiéndale a la persona que se levante lentamente.
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