La Sabiduría según la ciencia

Es una capacidad psicológica única que se ha mencionado desde la antigüedad, se ha discutido desde diversas disciplinas del conocimiento, y que sólo recientemente ha sido analizada por la psicología y la sociología. Por otro lado, ha sido definida a lo largo de los siglos y en el transcurso de las civilizaciones como un cúmulo de elementos psicológicos.La neurobiología de la sabiduría–revisando todos los estudios relacionados con el tema-ha sido analizada por científicos de la Universidad de California en San Diego (UCSD), Estados Unidos, un fenómeno de la conciencia humana normalmente estudiado desde la religión o desde la filosofía.
Los especialistas Dilip V. Jeste y Thomas W. Meeks, del Departamento de Psiquiatría de la
UCSD y del Stein Institute for Research on Angig,  son los encargados de esta revisión de documentos y los resultados obtenidos han aparecido recientemente publicados en la revista especializada Archives of General Psychiatry.Meeks y Jeste señalan que en los años 70 del siglo pasado sólo se publicaron 20 artículos relativos a la sabiduría, pero que desde el año 2000 ha habido ya 250 publicaciones sobre el tema.
 “Apesar de que existen muchas similitudes en la definición de sabiduría en las diversas épocas y culturas, dicha definición es más bien subjetiva”, declaró Jeste en un comunicado emitido por la UCSD. “Nuestra investigación sugiere que habría una base neurobiológica en las características más universales de la sabiduría” señala el científico desde la perspectiva de la neurobiología.
La capacidad de empatía, la estabilidad emocional, la compasión o el altruismo, el auto-conocimiento; y algunas actitudes pro-sociales, como la tolerancia hacia los valores ajenos son componentes más comúnmente señalados dentro de esta virtud humana.
¿es la sabiduría universal o tiene una base cultural?; ¿es una virtud únicamente humana, relacionada con la edad?; ¿depende la sabiduría de la experiencia o, por el contrario, puede ser enseñada? son preguntas que Jeste las supone sin respuestas. Los investigadores no encontraron en su revisión ningún estudio anterior al suyo en el que la palabra “sabiduría” haya sido relacionada con términos como neurobiología, neuroimágenes o neurotransmisores, aseguran, a pesar de este interés científico en alza.
Los científicos examinaron los artículos, publicaciones y documentos existentes para seis de los atributos más comúnmente incluidos en la definición de sabiduría, y para los circuitos cerebrales asociados con dichos atributos con el fin de determinar si existen circuitos cerebrales específicos responsables de la sabiduría de los humanos, se recogieron todos aquellos datos que los investigadores consideraron potencialmente relevantes para definir la neurología de la sabiduría.
Se centraron inicialmente en los estudios en los que se había utilizado la técnica de neuroimagen funcional, que permite medir los cambios en el flujo sanguíneo del cerebro o las alteraciones en éste –ambos en relación a determinadas actividades cerebrales-, así como en investigaciones sobre el funcionamiento de los neurotransmisores, y encontraron que el altruismo activa la corteza media pre-frontal, mientras que la toma de decisiones requiere una combinación de las funciones racional (corteza prefrontal dorsolateral, que juega un papel en la atención y en la memoria de trabajo), socio-emocional (corteza prefrontal media); y de detección de conflictos (corteza cingulada anterior, también asociada con el llamado “sexto sentido”).
Señalan los científicos que curiosamente diversas áreas del cerebro parecen estar relacionadas con diferentes componentes de la sabiduría. En el artículo aparecido en Archives of General Psychiatry se especifica: la corteza prefrontal del cerebro se activa con la regulación emocional o la capacidad de relativizar; la corteza prefrontal lateral facilita la toma de decisiones calculadas o basadas en razonamientos; y la corteza prefrontal media estaría implicada en el equilibro emocional y la actitudes pro-sociales o socialmente positivas.
Por otro lado, el neurocircuito de la recompensa (cuerpo estriado ventral y núcleo accumbens) también parece importante para la promoción de actitudes pro-sociales; y la actividad monoaminérgica (especialmente serotoninérgica y dopaminérgica) –que está influenciada por diversos polimorfismos genéticos- resulta esencial para ciertos subcomponentes de la sabiduría como la regulación emocional (incluido el control de los impulsos), la toma de decisiones o las actitudes pro-sociales.
En definitiva, según sugieren los investigadores de la UCSD, la neurobiología de la sabiduría podría implicar un equilibrio óptimo entre las regiones del cerebro más primitivas (sistema límbico) y las más nuevas (corteza prefrontal del cerebro).
“La comprensión de la neurobiología de la sabiduría tendría una especial significación clínica, por ejemplo, para el estudio de ciertos trastornos o lesiones cerebrales traumáticas que pueden afectar a los caracteres vinculados con esta capacidad” dice Jeste. Entre las posibles aplicaciones de un conocimiento profundo de los mecanismos neurobiológicos subyacentes a la sabiduría estaría la posibilidad de desarrollar, en el futuro, intervenciones destinadas a fomentarla, aseguran los científicos.
En resumen la corteza prefrontal del cerebro se activa con la regulación emocional o la capacidad de relativizar; la corteza prefrontal lateral facilita la toma de decisiones razonadas; y que la corteza prefrontal media está implicada en el equilibro emocional y la actitudes pro-sociales o socialmente positivas.

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