Los insectos poseen habilidades matemáticas

abeja.También se ha demostrado que las cornejas pueden aprender a reconocer patrones visuales con el número “correcto” de puntos y obtener así una recompensa escondida. Otras investigaciones han constatado que mapaches, delfines, monos, pájaros e incluso salmandras poseen alguna forma de capacidad numérica, pero ¿y los insectos?
La abeja más común del  mundo, que es la abeja Apis mellifera, tiene la habilidad de diferenciar entre diferentes números con sólo un vistazo, señaló un estudio reciente realizado por científicos del ARC Centre of Excellence in Vision Science (ACVES) de Australia, en colaboración con científicos de la Universidad de Wuerzburg, en Alemania.
Los resultados de esta investigación revelan, por tanto, que las abejas tienen
ciertas habilidades matemáticas, un hecho jamás antes observado en insectos, sería el primer estudio que constata una capacidad numérica visual en invertebrados, según se explica en un comunicado del ACVES.
abejaEn un experimento diseñado por un equipo internacional de investigadores liderados por el Dr. Shaowu Zhang, del ACVES, las abejas demostraron ser capaces de discriminar entre los patrones que se les presentaban, de dos o tres puntos cada uno, sin tener que contarlos. Además, las abejas aprendieron a diferenciar también los patrones de tres puntos de los de cuatro puntos, con algo de entrenamiento. Sin embargo, explican los científicos en la revista PlosOne: ,estos insectos no pudieron distinguir entre números más altos, como cinco puntos frente a cuatro, cuatro puntos frente a seis, o cinco frente a seis, consistió en que las abejas tenían que volar a través de un acceso con forma de Y. Al final del primer túnel había dos posibles bifurcaciones, diferenciadas por la cantidad de puntos. Es decir, que el número de puntos servía como señal-guía hacia la recompensa, que consistía en azúcar. Durante un periodo de tres días, un grupo de aproximadamente 20 abejas fueron entrenadas para aprender el paradigma básico del sistema. Para alcanzar el alimento, los insectos tenían que elegir entre dos patrones de puntos, distinguiendo así el acceso correcto del incorrecto. Los científicos explican que las abejas consiguieron hacer esta proeza repetidamente y con seguridad, una vez que aprendieron a relacionar el número de puntos con el lugar donde encontrarían la recompensa. Los investigadores siguieron un riguroso control sobre el entorno del experimento, para asegurar que las abejas no usaban colores, olores u otras claves para descubrir su camino hacia el azúcar escondida.
Los insectos demostraron ser tan inteligentes que, incluso cuando se les cambió el aspecto del patrón en forma y color, ellas siguieron guiándose por el número de puntos.
La presentación de puntos en azul o amarillo, con forma de estrellas o de limones, no engañó a las abejas, que siguieron volando con seguridad a través del camino correcto una vez hubieron entendido y memorizado el significado de los signos, basado en los números.
Al principio, las abejas dedicaban algo de tiempo a escudriñar los puntos, pero en las visitas posteriores se dirigieron a gran velocidad y directamente hacia donde debían.
Según los científicos, definitivamente las abejas son capaces de reconocer las diferencias entre dos, tres y cuatro, aunque con el cuatro ya se equivocaban más. Esto significa que son capaces de responder rápidamente a un pequeño número de objetos.
Según Zhang, las abejas usan dos sistemas de memoria. Uno es el de la memoria de trabajo (que se refiere a las estructuras y procesos usados para el almacenamiento temporal y la manipulación de la información), que les sirvió para recordar el número de puntos que llevaban a la recompensa.
El segundo sistema consiste en reglas de memoria, y les sirvió para localizar la recompensa, incluso cuando los patrones de los puntos fueron modificados en su aspecto.
El experimento, por otro lado, demuestra el admirable potencial de aprendizaje de los insectos sociales. Zhang afirma que esta capacidad de diferenciar entre diferentes números es parte de la capacidad de las abejas para orientarse en largas distancias, cuando se alejan de la colmena en busca de alimento y luego tienen que regresar a ella.
Investigadores del ACVES han rastreado a abejas que han llegado a distanciarse de sus hogares hasta 11 kilómetros, regresando después sin problemas a su lugar de origen.
Según Zhang es probable que, según los resultados del experimento, no existan diferencias en este sentido entre insectos y otros animales.

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