
Un estudio de la Universidad alemana de Lübeck, ha confirmado que los seres humanos aprenden mientras duermen. Según el estudio, durante el sueño el cerebro almacena los conocimientos adquiridos durante el día, lo que hace posible recordarlos a largo plazo y que los participantes, 191 voluntarios, durante el sueño almacenaron en el hipocampo los conocimientos adquiridos durante el día, lo que le permite recordarlos a largo plazo.
Los participantes en el estudio tuvieron que aprender de memoria 40 pares de palabras y, en otro experimento, retener la posición de objetos y animales y determinados cuadros.
Luego, una parte del grupo se fue a dormir y la otra no. Los investigadores anunciaron seguidamente a la mitad del grupo que se fue a dormir que serían sometidos a un test en 10 horas.
Al final todos los participantes fueron sometidos al test y, como se esperaba, aquellos que habían dormido obtuvieron mejores resultados, según informó la Universidad de Lübeck, en la costa del mar Báltico.
Por otro lado, una investigación dio respuesta para los que no pueden dormir por el insomnio, hay que buscarla en los llamados ejes o husos del sueño, un tipo de onda cerebral que se produce en la fase 2 (la que sirve de transición entre el sueño ligero y el más profundo). Según el estudio los individuos que generan más husos del sueño son capaces de tolerar mejor el ruido y se ven menos afectados por estas alteraciones mientras duermen.
Su experimento lo llevaron a cabo con 12 individuos sanos con una media de 26 años. Durante tres noches seguidas evaluaron sus ondas cerebrales mientras dormían. La primera noche lo hicieron en un silencio total, mientras que en las otras dos los investigadores les ‘molestaron’ con distintos tipos de ruidos: desde el sonido de un teléfono, el alboroto de varias personas hablando o el tráfico de una carretera.
Los participantes que más husos del sueño mostraron en la noche tranquila, eran los mismos que siguieron durmiendo plácidamente a pesar de los ruidos en las noches posteriores.
Como explican los investigadores, la mayor parte de la información sensorial que recibe nuestro cerebro (incluidos los sonidos) pasa por una estructura denominada tálamo en su camino hacia la corteza cerebral, donde realmente es percibida. La comunicación entre ambas estructuras continúa mientras dormimos, y puede evaluarse desde el exterior mediante la electroencefalografía que mide los ritmos de las ondas electromagnéticas.
Durante las fases 2 y 3 de sueño, el ritmo pausado y lento del sueño se ve interrumpido cíclicamente por un grupo de ondas más aceleradas, denominadas husos. El trabajo dirigido por Jeffrey Ellenbogen trataba de demostrar, como se sospechaba hasta ahora, que estas ondas tienen como función frenar el paso de cierta información sensorial hasta la corteza; actuando a modo de filtro.
“Más husos supone un sueño más estable“, explica el que dirigió la investigación. Y según confirmó su experimento, el patrón de sueño de cada individuo es muy estable a lo largo de las noches, por lo que no es extraño que algunas personas puedan dormir plácidamente cada noche independientemente de las alteraciones externas.
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